EL DIOS QUE YO CONOZCO

Romanos 1:1 Dios - III

La concepción que el hombre tenía del Eterno no podía estar completa hasta que él se revelara a sí mismo en la persona de Jesús:

"A Dios nadie lo vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer" (Juan 1: 18).

Así, la información más completa que el hombre puede encontrar de Dios no está en la naturaleza, o en la experiencia personal, ni siquiera en los rollos de los profetas antiguos, sino en la narración de los Evangelios y en las enseñanzas de los apóstoles. Estas revelaciones son las normas mediante las cuales se han de medir todas las demás revelaciones acerca de él.

Jesús describió esta revelación:

"No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras" (Juan 14: 1-10).

"Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos" (Juan 17)

Y también el autor de Hebreos:

"Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos. El Hijo, superior a los ángeles Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, y él me será a mí hijo?" (Hebreos 1: 1-5).

Para un mundo que entendió mal al Padre, Jesús retrató su carácter

"Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos" (Mateo 5: 44, 45).

"Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
Con que nos visitó desde lo alto la aurora,
Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte;
Para encaminar nuestros pies por camino de paz" (Lucas 1: 78, 79).

"Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos" (Lucas 6: 35).

Romanos 1:1 Dios - II

El Dios de la Biblia se presenta como un Dios de amor

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan. 3: 16).

"Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor" (1 Juan 4: 7, 8).

Se lo describe como "misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado" (Éxodo 34: 6, 7), pero también como un Dios de justicia "que de ningún modo tendrá por inocente al malvado" (v. 7). Estos 2 aspectos se presentan en la declaración del NT: "Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios" (Romanos 11: 22).

La Biblia describe a Dios como un ser capaz de crear, de comunicarse, de amar. Su trato con Abrahán ilustra esta relación personal y cálida. Tenía un plan para el patriarca como lo expresó en el "pacto" que hizo con él. Seis veces se repitió ese pacto:

1. Cuando Dios llamó a Abrahán para dejar su hogar paterno (Génesis 12: 1-4; Hechos 7: 2, 3).
2. Cuando llegó a la tierra a la que Dios lo había llamado (Génesis 12: 6, 7).
3. Cuando experimentó el chasco de la elección egoísta de Lot (Génesis 13: 14-17).
4. Cuando necesitó que se restaurara su confianza después de la batalla contra los reyes (Génesis 15: 1, 5, 6).
5. Cuando pecó y necesitó perdón (Génesis 17: 1-8).
6. Cuando demostró su fidelidad en una crisis severa (Génesis 22: 15-18).

También otros experimentaron esta clase de amistad:

"Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo" (Éxodo 33: 11).

"Pero Moisés respondió a Jehová: Lo oirán luego los egipcios, porque de en medio de ellos sacaste a este pueblo con tu poder; y lo dirán a los habitantes de esta tierra, los cuales han oído que tú, oh Jehová, estabas en medio de este pueblo, que cara a cara aparecías tú, oh Jehová, y que tu nube estaba sobre ellos, y que de día ibas delante de ellos en columna de nube, y de noche en columna de fuego" (Números 14:13, 14).

"¿A dónde me iré de tu Espíritu?
¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú;
Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba
Y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano,
Y me asirá tu diestra
" (Salmo 139: 7-10).

"¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas" (Isaías 40: 28, 29).

El testimonio del AT es significativo y revelador. En una época en que los dioses de las naciones estaban representados como terrenos y sensuales, los escritores del AT presentan la naturaleza ética de Dios:

"El limpio de manos y puro de corazón;
El que no ha elevado su alma a cosas vanas,
Ni jurado con engaño
" (Salmo 24: 4).

"Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él" (Habacuc 1: 13).

También lo vieron como universal y no tribal, y como un Dios en vez de una proliferación de deidades en competencia:

"Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra" (Génesis 14: 22).

"Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas" (Deuteronomio 6: 5).

"En Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel" (Isaías 45: 25).

"Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo?" (Isaías 66: 1).

"La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres" (Daniel 4: 17).

Romanos 1:1 Dios - I

"Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para [por] el evangelio de Dios" (RV -1960).
παυλος δουλος ιησου χριστου κλητος αποστολος αφωρισμενος εις ευαγγελιον θεου

Dios. (Gr. θεος [theos]).

La filosofía y la religión afrontan su mayor desafío en su esfuerzo por definir a Dios.

La filosofía, en su mayor parte, ha igualado a Dios con la "primera causa", "ley natural", "fuerza cósmica" o, en el mejor de los casos, acepta a Dios como la "realidad última".

La Biblia atribuye a Dios una personalidad, y lo describe como:

Creador. "¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance" (Isaías 40: 28).

Sustentador. "Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo. Les das, recogen; abres tu mano, se sacian de bien. Escondes tu rostro, se turban; les quitas el hálito, dejan de ser, y vuelven al polvo" (Salmo 104: 27-29).

Legislador. "Jehová vino de Sinaí, y de Seir les esclareció; resplandeció desde el monte de Parán, Y vino de entre diez millares de santos, con la ley de fuego a su mano derecha" (Deuteronomio 33: 2)

Juez. "Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?" (Génesis 18: 25).

Gobernante. "La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres" (Daniel 4: 17).

Padre. "Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen" (Salmos 103: 13).

"Ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos" (Hechos 17: 25-28).

"Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba!, ¡Padre! " (Romanos 8: 15).

La filosofía religiosa lo describe en términos como "omnipotente", "omnisciente" y "omnipresente", palabras que enseñan ciertas verdades importantes acerca de él.

Su existencia está universalmente confirmada por su creación y lo corrobora la naturaleza del hombre:

"Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa" (Romanos 1: 19, 20;

"Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos" (Romanos 2: 14, 15).

Pero este testimonio, aparte de la revelación que Dios dio de sí mismo en las Escrituras, proporciona sólo un concepto limitado y a menudo erróneo (incluso él revela sólo lo que necesitamos saber). Pero debemos recurrir a la Biblia para obtener nuestra definición de Dios. Toda especulación más allá de la revelación es inútil y aun peligrosa.

Romanos 1:1 Evangelio de Dios

"Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para [por] el evangelio de Dios" (RV -1960).
παυλος δουλος ιησου χριστου κλητος αποστολος αφωρισμενος εις ευαγγελιον θεου

De Dios (Gr. θεου [theou] genitivo sing. masc. de θεος [theos]).


Evangelio de Dios (ευαγγελιον θεου [euaggelion theou])

Tanto en griego como en español estas palabras pueden significar:
(1) El evangelio que se origina en Dios.
(2) El evangelio a respecto de Dios.