EL DIOS QUE YO CONOZCO

Romanos 1:1 Jesucristo

"Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios"

παυλος δουλος ιησου χριστου κλητος αποστολος αφωρισμενος εις ευαγγελιον θεου

Jesucristo: nombre que consta de dos partes, que se considerarán en forma separada.

Jesús
ιησου iêsou [transliteración del arameo Yeshûâ, "Jesús", y éste del hebreo Yehôshûa, Josué].

En el texto griego, Lucas y Pablo se refieren a "Josué" como ιησους Iêsous:

"El cual, recibido a su vez por nuestros padres, lo introdujeron con Josué [ιησους Iêsous] al tomar posesión de la tierra de los gentiles, a los cuales Dios arrojó de la presencia de nuestros padres, hasta los días de David" (Hechos 7:45). "Porque si Josué [ιησους Iêsous] les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día" (Hebreos 4:8)

Por lo general se ha entendido que este nombre significa "Jehová es salvación" (Mateo 1:21). Algunos estudiosos sugieren que debe traducirse"Jehová es generosidad".

El nombre original de Josué, Hoshea', que se ha transliterado como Oseas (Deut. 32: 44; Núm. 13: 8, 16), que significa"salvador" o "salvación" le fue cambiado por Moisés. Según Núm. 13:16, Moisés le cambió el nombre por el de Yehoshua', Jehoshua, poniendo como prefijo la forma abreviada de Jehová (Yahvéh) al nombre anterior de Josué. De ese modo significó "salvación de [o por] Jehová". Josué es sólo una forma acortada de Jehoshua, la forma que siempre aparece en el AT hebreo. En la versión la LXX (Septuaginta o de los Setenta) se lo llama Iêsous huios Naue, "Jesús, hijo de Naue [Nun]".

Después del cautiverio babilónico, cuando el arameo reemplazó al hebreo como idioma común de los judíos, este nombre se transformó en Yeshua', que pasó al griego como ιησους Iêsous . En tiempos del NT, Yeshua' era un nombre común entre los judíos (Hechos 13:6; Col. 4:11), y estaba en armonía con la costumbre hebrea de escoger nombres que tuvieran significado religioso.

Hoy día, los nombres sirven mayormente como una identificación. Pero en tiempos bíblicos, se escogía el nombre con sumo cuidado porque daba testimonio de la fe y de la esperanza de los padres, de las circunstancias del nacimiento del niño, de sus propias características, o se relacionaba con la misión de su vida, sobre todo cuando el nombre había sido ordenado por Dios.

El ángel Gabriel indicó a José que llamara al primogénito de María con este nombre, y la razón que se le dio fue: "Porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:21).

El nombre de Jesús está lleno de recuerdos históricos y vislumbres proféticas. Así como Josué había guiado a Israel a la victoria en la tierra prometida, así también Jesús, el Capitán de nuestra salvación, vino para abrirnos las puertas de la Canaán celestial.

Pero Jesús no sólo es el Autor de nuestra salvación (Heb. 2:10), sino que también es el "apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión" (Heb. 3:1).

El sumo sacerdote que volvió del cautiverio babilónico (Esdras 2:2) se llamaba Josué (Zac. 3:8; 6:11-15).

Así como Oseas amó a una mujer indigna y procuró, en vano, por algún tiempo ganar su afecto, y finalmente la compró de nuevo en el mercado de esclavos (Oseas 1:2; 3:1-2), así también Jesús vino para libertar a la raza humana de la esclavitud del pecado (Luc. 4:18; Juan 8:36).

Cristo
χριστος christos [traducción del hebreo Mâshîaj, Mesías]).

La palabra "Mesías" significa "ungido".

Antes de la resurrección, en los cuatro Evangelios se llama a Jesús "el Cristo" (o Mesías), usando el nombre más bien como título que como nombre personal. Después de la resurrección, el artículo suele desaparecer y "Cristo" se transforma tanto en nombre como en título.

En tiempos del AT el sumo sacerdote (Exo. 30:30), el rey (2 Sam. 5:3; cf. 1Sam. 24:6), y en algunos casos los profetas (1 Rey. 19:16) eran ungidos al ser consagrados al sagrado servicio. Esas personas se denominaban entonces mashíaj,"ungido" (Lev. 4:3; 1 Sam. 24:6; 1 Crón. 16:21-22).

En las profecías mesiánicas, el término pasó a aplicarse específicamente al Mesías, quien como Profeta (Deut. 18:15), Sacerdote (Zac. 6:11-14), y Rey (Isa. 9:6-7), había sido constituido para que fuera nuestro Redentor (Isa. 61:1; Dan. 9:25-26).

Como Profeta, vino a representar al Padre ante los hombres; como Sacerdote, ascendió para representar a los hombres ante el Padre; y como Rey, libera a los que creen en él, no sólo del poder del pecado en esta vida, sino también del reino del pecado, y habrá de reinar sobre ellos en el reino de gloria.

La palabra Christos viene del verbo chriô que significa "rozar", "untar". "ungir".

En el NT, se dice que Cristo fue "ungido" (Luc. 4:18; Hech. 4:27;10:38; Heb. 1:9).

"Cristo" no fue un nombre personal por el que la gente lo conoció mientras estuvo sobre la tierra, sino un título usado para identificarlo con aquel en quien las promesas y profecías mesiánicas del AT encontraban su cumplimiento.

Para los que creyeron en él como enviado de Dios, él era el Cristo; es decir, el Mesías, el "ungido" por Dios para ser el Salvador del mundo.

Jesucristo

El uso de los 2 nombres juntos (Mateo 1:18; 16:20; Marcos 1:1), Jesús y Cristo, constituye una confesión de fe en que Jesús de Nazaret, el hijo de María, es realmente el Mesías (Mateo 1:1; Hechos 2:38).

También se lo conocía por el título de Emanuel, "Dios con nosotros", un reconocimiento de su divinidad y nacimiento virginal (Mateo 1:23; cf Isaias 7:14; 9:6, 7).

La designación corriente que usó Jesús para sí mismo fue "el Hijo del Hombre" (Marcos 2:10; etc,), una expresión que nunca usaron otros cuando hablaban de él o se dirigían a él. Con este título, que parece tener implicaciones mesiánicas, Jesús enfatizó su humanidad, sin duda pensando de sí mismo como la simiente prometida (Génesis 3:15; 22:18; cf Gálatas 3:16).

Raramente usó para sí mismo el título "Hijo de Dios", el cual enfatizaba su divinidad (Juan 9:35-37; 10:36), aunque a menudo se refería a Dios como su Padre (Mateo 16:17; etc.). Sin embargo, el Padre lo llamó su Hijo (Lucas 3:22; 9:35), y Juan el Bautista (Juan. 1:34) y los Doce (Mt. 14:33; 16:16) lo reconocieron como "Hijo de Dios".

La afirmación de Jesús de que Dios era su Padre en un sentido especial, y más tarde, su admisión de ser el Hijo de Dios, le valieron el arresto de los judíos que alegaban que eso era causa suficiente para su condenación y muerte (Lucas 22:70, 71).

El ángel Gabriel explicó que Jesús debía ser llamado Hijo de Dios en virtud de su nacimiento de María por el poder del Espíritu Santo (Lucas 1:35; cf Heb. 1:5), y Pablo dice que la resurrección de Jesús de los muertos lo declara "Hijo de Dios" con poder (Romanos 1:4).

Sus dicípulos con frecuencia se dirigieron a él como "Maestro" (Marcos 4:38; 9:38; etc.), y también, en reconocimiento de su deidad, como "Señor" (Juan. 14:5, 8; 20:28).

La gente y los gobernantes por igual usaron el término "Hijo de David" como una designación popular para el Mesías (Mateo 12:23; 22:42; Mr. 12:35; etc.), y como una expresión de la esperanza de liberación de la opresión política.

Romanos 1:1 Siervo de Jesucristo

"Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios"
παυλος δουλος ιησου χριστου κλητος αποστολος αφωρισμενος εις ευαγγελιον θεου

La crucifixión era un método característico de ejecución romana y que nunca se aplicaba a ciudadanos romanos, pues esta forma de castigo se reservaba para las personas más despreciadas: los δουλος doulos, los peores criminales y los no romanos.

Por esto, y por lo que hemos considerado a respecto de los esclavos, algunos se avergonzarían de definirse como siervos.

Pero Pablo usa con frecuencia el término δουλος doulos ("siervo" - "esclavo") para expresar su relación con Cristo como creyente en él:

“Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo” (Gálatas 1:10)

“Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos” (Filipenses 1:1).

“Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad” (Tito 1:1).

Pablo reconocía que los cristianos pertenecen a Cristo por haber sido comprados:
"Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" (1 Cor. 6: 20).

"Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo [δουλος doulos], liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo [δουλος doulos] es de Cristo. Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos [δουλος doulos], de los hombres" 1 Cor. 7:22, 23).

"en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia" (Efe. 1:7).

"sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación" (1 Pedro 1:18-19).

Y con frecuencia aplicaba el sustantivo δουλος doulos a los creyentes:
"Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna" (Rom. 6: 22; 1 Cor. 7:22)

"no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios" (Efe. 6:6).

"Siervo de Jesucristo"
No es un nombre del cual debemos avergonzarnos. Debiéramos reconocer con gozo que somos la posesión comprada de Cristo y entregarnos a su voluntad. Esa clase de servicio absoluto es verdadera libertad (1 Cor. 7:22; Gál. 4:7), porque cuanto más sujetos estamos a la autoridad de Cristo tanto más libres estamos del yugo de los hombres (1 Cor. 7:23).

La importancia del siervo deriva de la dignidad de aquel a quien sirve. Pablo servía al Señor Jesucristo. Está al alcance de todos el servir al mismo Amo.

"¿No sabéis que a quien os prestáis vosotros mismos por siervos para obedecerle, sois siervos de aquel a quien obedecéis? (Rom. 6:16).

Hasta el mismo empleado del hogar que se entrega al Señor es siervo del Señor, y no del hombre.

"Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís" (Col. 3:22-24).

Romanos 1:1 Siervo - II

"Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios"
παυλος δουλος ιησου χριστου κλητος αποστολος αφωρισμενος εις ευαγγελιον θεου

El término puede aplicarse a los funcionarios de la corte como siervos del rey (Gén. 41:10; Ex. 7:10, 20; etc.), o a alguien que de alguna manera tiene relación de dependencia con otra persona (Daniel 1:12, 13).

Cuando un inferior se dirige cortésmente a un superior, a menudo se puede referir a sí mismo como siervo, para expresar sumisión (Gén. 50:18, 2 Rey 1:13; Luc. 2:29; Hech. 4:29).

A los que adoran y sirven al verdadero Dios como súbditos suyos, se los llama siervos del Señor (Gén. 19:19; 1 Sam. 3:10; Apo. 1:1; 22:6), y especialmente a sus representantes y voceros escogidos (1 Rey. 8:56; 2 Rey. 9:7; Daniel 9:6).

De particular interés es la expresión "mi siervo" o sus equivalentes, tal como aparecen en los capítulos 41-66 de Isaías, donde a menudo se refiere a Israel como el "siervo" de Dios, a quien él "escogió" (41:8, 9). Isaías ve a la nación desempeñando su papel en el marco de la relación de pacto con el Señor, particularmente con respecto al propósito de Dios para ese pueblo después del cautiverio babilónico (41:9).

Al obrar como sus "testigos" (43:10) debían conocer y comprender la voluntad del Señor para poder dar testimonio de él ante las naciones circundantes. Dios derramaría su Espíritu sobre ellos con el fin de capacitarlos para que lo hicieran eficazmente (44:1-3). El Señor redimiría de Babilonia a su "siervo" Jacob y a sus descendientes, los llevaría de nuevo a su propia tierra (65:9), los bendeciría (65:13-15) y sería glorificado en ellos (49:3). En caso de serle fieles, los defendería de sus enemigos (cf 54:15-17).

En un sentido especial, el Mesías en persona sería el "siervo" de Jehová, que completaría la restauración espiritual y la glorificación de Israel (lsaias 42:1-4). El es el siervo sufriente de los capítulos 52:13-53:12. Al dar testimonio Israel ante las naciones, muchos llegarían a adorar al verdadero Dios, y por esto mismo se convertirían en sus "siervos" (56:6).

Los modernos expositores judíos generalmente atribuyen a Israel todos los comentarios acerca del "siervo de Jehová" que aparecen en los capítulos 41-66, por ser el pueblo elegido de Dios. Sin embargo, los expositores judíos más antiguos - el Tárgum de Isaías, por ejemplo - aplican al Mesías los capítulos 52:13-53:12. La mayoría de los eruditos judíos que contribuyeron a componer el Midrás, también le aplicaron estos pasajes alfuturo Mesías.

Romanos 1:1 Siervo - I

"Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios"
παυλος δουλος ιησου χριστου κλητος αποστολος αφωρισμενος εις ευαγγελιον θεου

Gr. δουλος doulos, literalmente, "esclavo". La palabra contiene la idea de pertenecer a un amo y de servirle como esclavo.

Un esclavo es una persona considerada propiedad de otra y completamente bajo su control.

La práctica de tener esclavos comenzó en tiempos muy antiguos. Abrahán, de acuerdo con su época, los tuvo (Gén. 15:3); José fue vendido como siervo (literalmente "esclavo", Sal. 105:17) e Israel fue una nación esclavizada en Egipto (Deut. 16:12; 24:18, 22; etc.).

Los esclavos eran comunes en la Mesopotamia, donde se los podía comprar por unos 40 siclos; por ello, muchos ciudadanos los adquirían para las tareas domésticas y agrícolas.

En Egipto, sin embargo, eran menos numerosos y los tenían mayormente sólo los ricos, aunque a veces también los veteranos de guerra, que los recibían como recompensa por su valor.

A un esclavo se lo podía adquirir por la guerra (cƒ 2 Rey. 5:2) o por compra (Ex. 12:44), a veces como pago de una deuda (2 Rey 4:1; cƒLev. 25:39); podía nacer como esclavo en la casa de su amo (Gén. 15:3), o podía recibirse como herencia (Lev. 25:46). A un esclavo hebreo sólo se le podía exigir que trabajara 6 años (Ex. 21:2), una ley que no siempre se observaba (Jer. 34:8-11).

Cuando un esclavo era libertado, la esposa esclava que se le había dado y los hijos que le habían nacido quedaban como propiedad del amo (Ex. 21:2-4). El esclavo podía, si deseaba, quedar como tal a perpetuidad, en cuyo caso el amo perforaba su oreja con una lezna como señal de servidumbre (Ex. 21:5, 6).

Un siervo capaz y de talento podía avanzar a una posición de importancia (Prov. 17:2; cƒ Sal. 105:17-21; Gén. 41:42-44).

Un dueño era castigado por matar a un esclavo (Ex. 21:20), y un esclavo debía ser libertado en ciertos casos de pérdida de miembros del cuerpo (Ex. 21:26). Un siervo que hubiera escapado no debía ser devuelto a la fuerza a su amo (Deut. 23:15).

Algunas veces un hombre vendía a su hija como esclava (Ex. 21:7) para transformarse en concubina o esposa secundaria. De acuerdo con Herodoto, esta era una práctica regular entre los tracios. Salomón transformó en esclavos a los cananeos que sobrevivieron en la tierra, pero no a los israelitas (1 Rey. 9:21, 22).

Bajo una antigua ley romana el esclavo estaba a merced absoluta de su amo, para vida o para muerte. No podía apelar a las cortes civiles, no podía poseer propiedades, pero estaba sujeto al menor capricho de su dueño. Como resultado, muchos sufrieron una pesada servidumbre. En una ocasión, cuando un senador romano fue asesinado por un esclavo, su muerte fue vengada con la matanza de los 400 que tenía la familia.

Sin embargo, algunos amos trataban a sus esclavos con gran consideración (cƒ Luc. 7:2). Aparentemente había cristianos que poseían esclavos en tiempos de Pablo (Ef. 6:5-9).

Onésimo (Filem. 10-16) era un esclavo que había huido, pero quien, gracias al esfuerzo de Pablo, se había convertido en Roma y había sido enviado por éste de regreso a su amo en Colosas.

Se aconsejaba al esclavo cristiano a no desalentarse por su esclavitud física (1 Cor. 7:20-22; cƒ 1 Tim. 6:1, 2). A la vista de Dios, el alma de un esclavo es tan preciosa como la de un hombre libre (Gál. 3:28).

Que en el AT se reconozca y reglamente la esclavitud se debe entender contra el telón de fondo de la inmadurez de los hebreos y el bajísimo nivel del paganismo que los rodeaba. Dios trató con generosidad a su pueblo en los tiempos de su ignorancia.

Pero esto hace surgir una pregunta con respecto a por qué el cristianismo no abolió la esclavitud de entrada.

Jesús estableció una nueva regla con respecto al divorcio y al nuevo casamiento para sustituir la que se encuentra en la ley mosaica, que había sido adaptada a la "dureza de vuestros corazones" (Mt. 19:8; Mr. 10:5), pero no dio nuevas instrucciones con respecto a la esclavitud. ¿Se sigue, entonces, que Jesús aprobó la esclavitud porque en el NT no hay un "Moisés os dijo . . . pero yo os digo" también sobre este tema? De ninguna manera.

No se nos dice específicamente por qué Jesús guardó silencio sobre el tema de la esclavitud o de la poligamia, o por qué Pablo envió a Onésimo para que volviera a casa de su amo con un pedido, no una orden, de recibir al fugitivo "no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado" (Filem. 16).

Pero es claro que Jesús estableció principios que, si fueran aplicados, resultarían en la eliminación de los males sociales mediante la regeneración de los individuos que componen la sociedad. La sencilla observancia de la regla de oro evitaría la esclavitud de seres humanos: "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos" Mateo 7:12).

Los que critican a la iglesia primitiva por no atacar de frente los males sociales de su época - como la esclavitud, el abandono de los niños no deseados, y otros males difundidos -, deberían considerar que la función del evangelio es básicamente curar el mal del pecado. Una vez que se realiza la cura, los síntomas desaparecen.

Además, si la iglesia naciente hubiera atacado el sistema social como tal, nunca hubiera tenido tiempo ni fuerzas para hacer alguna otra cosa, y probablemente habría sido aplastada completamente al intentarlo.